Como los niños pequeños se asustan de los espectáculos terribles, y corren y agarran los vestidos de sus padres, y piden su ajuda, así el alma: cuando más se siente triste y lamenta por miedo de las tentaciones, invoca y colga a Dios, y le pide con oraciónes incesantes. Y cuando más las tentaciones caen encima del alma, una tras otra, tanto más agrada. Pero cuando paran y el alma redescubre su descanso, a menudo pierde su contacto con la realidad y se aleja de Dios...
San Isaac el Sirio
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